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Cuando la fe baja el cortisol: el secreto de la paz interior

  • Foto del escritor: Ale diener
    Ale diener
  • 25 ago
  • 3 Min. de lectura

En los últimos años se ha puesto de moda hablar del cortisol, la llamada hormona del estrés. No es un invento de las redes sociales: está demostrado que cuando vivimos bajo tensión prolongada, el cuerpo produce más cortisol, afectando nuestra digestión, el sueño, la presión arterial y hasta la capacidad de pensar con claridad. El exceso de esta hormona puede hacernos más irritables, menos pacientes y, lo más grave, incapaces de experimentar paz y alegría.


Sin embargo, como católica y como periodista, he visto que no basta con consejos de moda sobre “mindfulness” o “reseteos energéticos”. La verdadera calma que necesitamos no se compra en píldoras ni en técnicas pasajeras. La paz que de verdad reduce el estrés y nos devuelve la capacidad de ser felices y perdonar proviene de una fuente más profunda: la fe en Cristo.



La oración que calma el corazón



Un estudio realizado en Italia sobre el rezo del Rosario mostró que la repetición pausada de las Avemarías regula la respiración y el ritmo cardíaco, reduciendo la tensión arterial y, en consecuencia, los niveles de cortisol. Pero más allá de la ciencia, quienes rezamos el Rosario sabemos que algo misterioso sucede: el alma se aquieta. Esa calma se traduce en el cuerpo, y el estrés se disuelve en manos de la Virgen María.


Lo mismo ocurre cuando entramos en un templo vacío y nos arrodillamos frente al Sagrario. He entrevistado a madres que, tras una jornada extenuante, entran un momento a la adoración eucarística y salen “ligeras”, como si hubieran dejado sus cargas allí. La oración, más que un deber, se convierte en medicina real contra el desgaste.



El sacramento que libera del peso



Otro momento donde he visto el cortisol caer —aunque nadie lo mida con un examen de laboratorio— es en la confesión. La ciencia lo avala: investigaciones publicadas en Psychology Today y Frontiers in Psychology muestran que el perdón sincero reduce las hormonas del estrés y fortalece el sistema inmune. Cuando una persona experimenta la misericordia de Dios en la absolución, el rostro cambia, los hombros se relajan, y la sonrisa regresa. El cuerpo reacciona porque el alma ha sido liberada de la culpa.



El perdón que sana el cuerpo y el alma



Cristo nos enseñó a perdonar “setenta veces siete” (Mt 18,22). Perdonar no significa justificar el daño, sino soltar la cadena del rencor. Y, curiosamente, ese acto no solo nos hace crecer espiritualmente, sino que impacta en nuestra salud física. Estudios publicados en la U.S. National Library of Medicine confirman que quienes practican el perdón presentan niveles más bajos de cortisol y menos problemas cardiovasculares. En otras palabras: el perdón católico, que nace de la gracia de Dios, también protege al corazón biológico.



La comunidad que nos sostiene



Finalmente, está la fuerza de la comunidad. Vivir la fe acompañado disminuye la soledad, que es una de las principales causas de cortisol elevado. San Pablo lo resumió: “Llevad los unos las cargas de los otros” (Gal 6,2). Compartir una misa, un canto, un apostolado de caridad o simplemente un abrazo en la parroquia genera oxitocina, la hormona de la confianza, que neutraliza los efectos del estrés.



Un camino probado



Hoy la ciencia comprueba lo que la Iglesia enseña desde hace siglos: la fe católica no es evasión, es medicina integral. Cuando rezo, me confieso, comulgo y perdono, no solo fortalezco mi espíritu: también ayudo a que mi cuerpo viva más ligero, con menos cortisol y más paz. Esa paz que no nace de técnicas pasajeras, sino de la certeza de que “la paz os dejo, mi paz os doy” (Jn 14,27).





Referencias



  • Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 362-368.

  • Psychology Today (2025). The Science of Forgiveness: How Letting Go Heals You.

  • U.S. National Library of Medicine (PMC, 2018). Forgiveness, Stress, and Health: A 5-Week Intervention Study.

  • Bernardi, L. et al. (2001). Effect of rosary prayer and yoga mantras on autonomic cardiovascular rhythms. British Medical Journal, 323(7327).

  • El País (2025). “No eres fea, solo tienes cara de cortisol”.


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